viernes, 4 de noviembre de 2011

Historia del Venerable Don Miguel de Mañara Vicentelo de Leca. Fundador del Hospital de la Caridad de Sevilla




A su biografía se atribuye el haber inspirado a Tirso de Molina el personaje de “el Don Juan” de uno de los grandes mitos de la literatura mundial: “El Burlador de Sevilla”. Autor del tétrico y profundo libro “Discurso sobre la verdad”, Mañara abandonó su casa para consagrarse por entero a cuidar enfermos incurables y con su fortuna fundó el hospital de la Caridad y culminó la Iglesia anexa de San Jorge, uno de los interiores más bellos del barroco español.

La Sevilla de Don Miguel de Mañara
“El Siglo XVII es el siglo del esplendor y de la decadencia, del orto y del ocaso, como lo definió el profesor Domínguez Ortiz. Estamos ante una centuria partida por la mitad que se quiebra cuando aparece el fantasma de la peste en 1649. El oro y la plata de las Indias dejan paso al miedo a la muerte. Así surgen las mejores obras del Barroco, un movimiento artístico inseparable de la contrarreforma y que dejará en Sevilla un patrimonio difícil de igualar en Europa. Por un lado el lujo y la ostentación. Por otro, la crisis económica demográfica y social que postrará  a la ciudad en un estado de abatimiento del que tardaría siglos en recuperarse. Es el Siglo XVII. El siglo de Mañara, de Velázquez, de Martínez Montañés, de Mesa, de Alonso Cano, de Pedro Roldán...”
De “Historia de Sevilla”, Francisco Robles y Álvaro Pastor Torres. Signatura Ediciones. Sevilla 2006.

Su vida:
Miguel Mañara nace en Sevilla el 3 de marzo de 1627, en el seno de una destacada familia de mercaderes de Indias. Sus padres que consiguieron una grandiosa fortuna en el comercio con las Indias, dieron a su hijo una encumbrada posición.
Desde muy niño recibió una educación caballeresca, accediendo a la Orden de Calatrava con diez de años. A los trece, tras la muerte de sus hermanos mayores, se vio como heredero del importante patrimonio familiar, convirtiéndose en un joven ocioso y despreocupado. A la muerte de su padre, con veintiún años, casaría por poderes con doña Jerónima Carrillo de Mendoza, dedicando sus quehaceres a sus cargos de Provincial de la Santa Hermandad y de Alcalde Mayor de Sevilla, además de a sus negocios, que desarrollaba a través del consulado de mercaderes. Tras la muerte de su esposa en 1661, una honda crisis personal le hará cuestionarse su modo de vida, entrando en un proceso de profunda conversión y penitencia. Tras su disipada juventud sufre un súbito arrepentimiento que según cuenta una leyenda al ver pasar su propio entierro. Mañara aprecia la fugacidad de las cosas terrenales y despierta su interés por la vida religiosa, y tras un retiro vuelve a Sevilla para realizar aquella obra que fuera más del agrado de Dios y que satisficiera también a su exigente conciencia.

Retrato de Mañara, que se conserva en la Sala de Juntas de la Hermandad. obra de Juan de Valdés Leal


Es recibido como hermano de la Hermandad de la Santa Caridad, con cargo de diputado de entierros y limosnas, hasta que el 27 de diciembre de 1663 es elegido como Hermano Mayor, cargo que conservaría hasta su muerte. La principal misión de esta Hermandad era la de enterrar los cadáveres de aquellas personas que eran ajusticiadas y nadie reclamaba su cuerpo, y de los que aparecían ahogados en el río, generalmente marineros de flotas que anclaban en el puerto, siendo todos estos piadosamente sepultados por miembros de la misma, que para llevar a cabo estas labores contaban con una capilla sita en el cementerio de la hoy desaparecida iglesia de San Miguel. Dicha capilla se encontraba muy lejana al río, por lo que tras solicitar y conseguir autorización del Rey Felipe IV, para erigir la nueva Capilla de la Hermandad en una de las naves de las Reales Atarazanas, por aquel entonces casi en desuso comenzó su construcción. Que gracias al empuje y determinación de Don Miguel de Mañara, que aparte de darle un gran impulso a la obra de la Hermandad, componiendo nuevas Reglas, contribuyó con su fortuna a la edificación de la Iglesia de San Jorge y paralelamente a la del Hospital de la Caridad; con lo que podemos considerar su figura como la de un auténtico refundador de la corporación. Supo rodearse para llevar a cabo la decoración de la Iglesia de los mejores artistas de la época: Pedro Simón Pineda y Pedro Sánchez Falconete en la Arquitectura, Pedro Roldán en la Escultura y Bartolomé Esteban Murillo y Juan de Valdés Leal en la Pintura, artistas y colaboradores que supieron expresar en sus obras el elaborado y reflexionado programa iconográfico deudo del pensamiento que Mañara plasmó en su obra “Discurso de la Verdad”.  Su acierto fue tan total que sin su obra no comprenderíamos el momento de mayor tensión barroca de la ciudad.
Mañara dedicó el resto de su vida, a la realización de las obras de caridad al frente de la Hermandad, como la asistencia de enfermos y la sepultura de los muertos.
Su muerte, el 9 de mayo de 1679, a los cincuenta y dos años de edad, generó una auténtica conmoción y gran dolor en la ciudad, comenzando en 1680, a instancias del Arzobispo de Sevilla, los trámites para su beatificación. Fue declarado Venerable el 6 de julio de 1985 por S.S. Juan Pablo II.

Su obra “Discurso de la Verdad” que comienza con las palabras: “Memento homo quia pulvis es, et in pulverem reverteris” (recuerda hombre que polvo eres, y al polvo regresaras), fue publicada en 1778, habiéndose aprobado dos años antes por la Sagrada Congregación de Ritos en la causa de la beatificación de Mañara. Este es un breve pero profundo libro que intenta ahondar en la realidad de la vida y la muerte desde el sentido más religiosamente espiritual.

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