domingo, 19 de junio de 2011

La Custodia Procesional de la Catedral de Córdoba



Labrada por Enrique de Arfe. Mide 2,63 metros de altura y pesa más de 200 kilos. Tiene como misión guardar el Corpus Christi. Representa una catedral gótica de planta dodecagonal, se compone de dos cuerpos que alojan en un interior al viril y una imagen de la Virgen de la Asunción.
El obispo Martín Fernández de Angulo encarga la realización de la Custodia del Corpus Christi a Enrique de Arfe, que ya había construido una en León y que estaba ocupado en labrar la de Toledo. Empieza su obra hacia el año 1512, dejando el prelado en su testamento 500 ducados para la terminación de la misma. Contribuyó también con su aportación de 100 marcos el Arcediano don Francisco de Simancas.
La obra primorosamente acaba, se estrena el 3 de junio el año 1518 bajo el pontificado de don Alonso Manrique que fue sacada procesionalmente por primera vez. Su extraordinaria belleza causó gran impacto entre cordobeses. Es justo señalar que no fue sólo Arfe el que elaboró tan magnífica joya, sino que le ayudaron en su realización varios plateros cordobeses, (entre ellos Juan Ruiz “El Vandalino”) que aleccionados por el maestro alemán, perfeccionaron su arte y así pudieron sustituirle en su frecuentes desplazamientos a Toledo donde también estaba construyendo la Custodia de dicha capital.
En el transcurso de los años, ha sufrido la Custodia varias restauraciones notables, sin que por ello haya perdido nada de su estado primigenio tanto en encanto, como belleza y esbeltez.
La primera fue hecha por en 1616 por el platero cordobés Pedro Sánchez de Luque que le añadió y puso algunas piezas de plata.



La segunda restauración fue hecha 1735 también por el platero cordobeses Bernardo García de los Reyes, donde se le añadió un basamento y elementos decorativos barrocos realizados en plata con objeto de que se levantara y descollara más. Este basamento lleva grabada en él, de medio relieve las danzas del Misterio de la Festividad, empezando por el rey David danzando delante del Arca de la Alianza, siguiendo los niños de coro, y otros personajes del pueblo, en los resaltes doce ángeles con instrumentos musicales, otros tantos serafines y flores que en su conjunto componen ciento quince piezas. En el friso se representa la vida y pasión de Jesucristo que se plasman en 18 medallones de relieve entero, 24 piezas enrejadas, 24 pilarillos y seis entrepiezas en las que están descrito lo siguiente: la Anunciación, Nacimiento; Adoración de los Reyes Magos; la Huida a Egipto; Entrada en Jerusalén; Azotes; Ecce Homo; Pasión, Crucifixión y Resurrección. Todo este trabajo tuvo un coste 501 marcos, 7 onzas y medio real de plaza.
El viril donde se coloca el Santísimo Sacramento, se le puso una corona de oro, quitado una de plata que tenía. Está este viril guarnecido por una parte de esmeraldas y por otra de amatistas que fue donado por el Cardenal Pedro de Salazar y Toledo, obispo de Córdoba. En la corona luce un brillante de gran tamaño cuya donación se debe al canónigo don Francisco Javier de Barcia.








La bóveda del primer cuerpo se le puso 63 piezas nuevas de diferentes tamaños que le faltaban. Sobre dicha bóveda, que configura un segundo cuerpo, se sustituyó un Resucitado de baja calidad por una Virgen de la Asunción en plata realizada en Milán, y que fue donada por el canónigo Bernardo Blázquez.
La última restauración data del año 1966 que fue aureolado con brillantes el viril.

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